dilluns, 13 de desembre del 2010

Mi Berlin

No era este mi Berlín.

Mi Berlín era veraniego, cálido y soleado, colorido... era fresco, divertido, loco, improvisado... rodeado de gente día y noche.

Esta fue la primera imagen a la salida del S-Bahn: un Berlín invernal, gris, seco... y triste. Por la gente, por la luz, por el frío... No era este mi Berlín.

Pero todo esto no menguaba ni un ápice la ilusión que tenía de volver a mi, a nuestra, ciudad. Y esa primera impresión que tuve pronto se desvanecería.

Lo primero cuando un conejo se me cruzaba al llegar al apartamento. No se ve muy bien, pero está ahí, en la parte derecha... La casa estaba por así decirlo "dentro" del Tiergarten, un parque (de los alemanes, es decir, un bosque) situado en medio de la ciudad. Parece mentira que en una ciudad de casi 4 millones de habitantes hayan conejos, y hasta jabalíes, no? Pues así es...
Berlín volvería a ser mi Berlín en breves momentos.

Más tarde, fui a la Friedichstrasse, digamos la calle comercial, y pasando por la Kulturkaufhaus (casa de la compra de la cultura) vi por pura casualidad que había un concierto de una chica francesa. Así que miré a ver qué tal, sonaba esa tal ZAZ:


Pas mal! Una mezcla de jazz, blues, gipsy... Ya veis a partir del minuto 2 como le dan. La verdad es que tiene un directo muy bueno. Así que tres o cuatro años después, me he vuelto a comprar un cd de música. Supongo que será por eso que llaman el valor simbólico, por una especie de compromiso con Berlín y con el francés que empiezo a patear.


Aquí debería dejar una pausa. Lo que vino después fue un poco raro... iba a volver a la casa dónde viví aquel mes de agosto. Saboreando cada calle, la espera de cada semáforo en rojo, hasta cada farola que diría Sabina... llegué a la Wilhelmstrasse. La calle de Olga, de Miquel, de l'Abel, Valentina, Claudia, Mike... Nuestra calle.

Cada mañana nos tocábamos al timbre para ir juntos a clase, cada tarde quedábamos para perdernos por Berlín, cada noche íbamos a alguna casa a cenar, y más de noche para jugar al Ring of Fire por supuesto.

Pero ahora la Wilhelmstrasse estaba vacía. Llena de recuerdos pero sin nadie con quien compartirlos. Así que al final, me fui a la china de la esquina (la tienda) como acostumbrábamos a hacer cada día, y acabé compartiendo los recuerdos con una Beck's... otra gran compañera del viaje.

La verdad es que el volver a un lugar donde guardas tantos recuerdos siempre es un poco delicado. Se me pusieron los pelos de punta cuando entré al metro y me llegó su peculiar aroma. Ese olor era imaginarme a vosotros allí, yendo a clase, volviendo de fiesta...

Últimamente pienso bastante en como sería volver a Leipzig cuando acabe el erasmus y no se... se me hace muy extraño. Al final, los sitios los recuerdas por y con la gente con la que los compartes, y si te falta la gente, el sitio puede perder ese encanto...

El sábado, ya en compañía de mi padre, después de un buen desayuno, nos fuimos a patear Berlín. El Berlín clásico, con el Reichstag y la Branderburger Tor; el Berlín moderno con el Sony Center y la nueva arquitectura de la zona; y el Berlín multi-kulti y social, por supuesto Kreuzberg o el pequeño
Estambúl, dónde acabamos cenando a eso de las 6 de la tarde... Para acabar el día fuimos a un concierto de Fado en una iglesia, una de esas cosas que sólo se hacen con padres, pero que aforunadamente, se hacen.

Todos los días en Berlín eran buenos, pero los domingos eran especiales. Y este domingo también lo fue.

Hoy tocaba el Berlín bohemio y cosmopolita, el Prenzlauer Berg. Un ejemplo perfecto del proceso de gentrificación que justamente estoy estudiando aquí en clase de Urban sociology, Governance and Sustainibility: un barrio históricamente
obrero, que en tiempo de la RDA empezó a ser copado por intelectuales, para ahora ser el barrio más cool, con bares, terrazas, tiendas de segunda mano, talleres de artistas, el Biergarten más antiguo de Berlín, pero por encima de todo, el Mauerpark.

Allí, en la Kastanienalle (posiblemente la mejor calle de Berlín) estaba mi escuela, la GLS, nuestra escuela. Sólo de ver esas tres letras ya se me ponen la piel de gallina.
Todos los desayunos, las Stammtisch, almuerzos, cervezas... y amigos que allí hicimos.
Ah! Creo que también aprendimos algo de alemán...

Nos echamos un buen desayuno para empezar bien el día, dimos una vuelta por este tranquilo y a la vez movido barrio, descubrimos nuevos rincones y fuimos directos al Mauerpark.
El Mauer.

Berlín sin el Mauer no sería Berlín, no sería nuestro Berlín, ya que los mejores momentos que pasamos fueron allí, haciendo una barbacoa, pasando los domingos de resaca tirados en la hierba y al solecito, viendo a la gente tocar música, cantar en el karaoke, y todo esto siempre acompañados de alguna cervezita, que sabían más bien que nunca.

Luego una vueltecita por el mercadillo a ver que encontrábamos, y a ver que comida nos apetecía tomar... y siempre con tranquilidad, sin prisas, simplemente estando allí, nosotros. Explorando y dejándonos llevar. Con mi padre la cosa no fue diferente, será por la magia del lugar: del Mauer y de Berlín.

De allí fuimos al Hackescher Markt, uno de los sitios que me faltaban por ver. Creía que era una plazita con tiendas, pero la verdad es que la cosa era bien distinta. Pasamos casi como de paso y dijimos, pues va ¿por qué no? Vamos a ver! Y menuda sorpresa, una plazita detrás de otra, con tiendecitas muy guapas, muy selectas también, pero que te llevan a otro lugar. Un Berlín nuevo.

Para acabar el día fuimos a la Tacheles, un edificio casi en ruinas dónde hacen arte alternativo y ves a los artistas trabajar la escultura, pintar sus cuadros o tocar su música. Este fue el primer sitio al que salimos por la noche aquel verano. Y el último de este estupendo viaje.

Y es que Berlín es, y será especial. Su marcada historia, su gente abierta, su peculiar olor, sus parques abiertos y grandes, cafés que invitan a sentarse a charlar, a leer, calles amables y tranquilas. El U-Bahn y el S-Bahn, el río y el Badeschiff o la Jaam. La cerveza, la música, la cultura y culturas que allí se mezclan, el ambiente siempre animado y de buen rollo... Este sí es mi Berlín.

Porque cada uno encuentra su Berlín y todos se encuentran en Berlín.

5 comentaris:

  1. DIOS!!!!HACIA MUCHO TIEMPO QUE NO LEÍA UN TEXTO QUE ME EMOCIONARA TANTO! AUN ESCRIBIENDO ESTO TENGO LAGRIMILLAS EN LOS OJOS, LOS PELOS DE PUNTA (como dices tú) Y ESCALOFRÍOS POR EL CUERPO, Y SÉ QUE NO ES DEL FRÍO!!
    VOLVEREMOS A HACER JUNTOS DE BERLÍN EURE STADT, ICH WEISS!
    QUÉ GRAN PLACER!

    O.L.G.:)

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  2. Gustau, molt gran!
    Jo no vaig estar allí en Berlín, però podria dir que m'has emocionat. Pense que si alguna vegada torne a Leipzig quan ningú de vosaltres estiga ací, serà molt trist, estara huit. perquè d'alguna manera Leipzig no és només una ciutat. Leipzig són també mil anècdotes, moments irrepetibles. Leipzig sou tots vosaltres.

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  3. OLGA!! Sabes que en gran parte lo he escrito pensando en ti! Pensando en vosotros, en nosotros por allí. Era mucha emoción cuando estaba por allí y no me veía capaz de explicar la sensación que me corría por dentro, pero parece ser que al final lo he conseguido! un beso!

    I Pauleta! Encara ens queda moltes coses per viure a Leipzig! AUF JEDEN FALL! Nits com la del divendres són per les que no em voldria anar mai d'ací!

    Així que a gaudir el que ens queda i a recordar per sempre el que hem viscut

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  4. Bona nit a tots, sóc qui va tenir la fortuna de gaudir amb Gustau aquest meravellós viatge. Vaig a contar-vos la meua versió del viatge a Berlin. Clar, Gustau ja vos ha avisat que sóc el pare i això és una bona coartada per a parlar de certes qüestions. La primera cosa és que el parc Tiergarten és el lloc òn estava l'apartament que Gustau va llogar per a la nostra estada, jo que pensava que estariem a un hotel de 500.000 habitacions, i era un apartament preciós dins un parc, al centre de Berlín..., és cert que hi havia conills, la primera nit 2 ó 3, no sé si seràn de deveres o els posarà l'ajuntament i pel dematí els retiren, però quan arribarem hi eren.
    Abans d'això vos explique la meua arribada. Un viatge des de l'aeroport amb uns brasilenys que parlaven anglés i un alemany que parlava portugués que m'explicaven com fer els transbords dels trens per arribar a Berlín a més em deien que era fàcil i jo en portugués, anglès i alemany els deia que sí, que estava tot clar,... Per fí arribe a Alexanderplatz (unes 500 vegades la plaá de la mare de déu, però en compte de falleres "pirulí". Per cert, ara que ho pense, podrien trobar-se semblances valencianes, ja sabeu nap, xirivia, clotxina, tot molt valencià...), allà hi havia foscor, una nit de divendres, poca gent pel carrer, bastant borratxos, boira, fred, poca llum, gent borratxa, jo que no parle alemany, i Gustau no hi és, evidentement no estava localitzable al mòbil. Així que no tenia una altra que esperar,... no molta estona no més la suficient per pensar òn collons estarà aquest cabró? Però, una vegada havia transcorregut el temps necessari per a crear el clima escènic, va fer una entrada en escena fantàstica. Tot sol, des de l'altre costat de la plaça, al bell mig de la boira va anar dibuixant-se, com N'Orson Welles amb rastes al "tercer home".Fantàstic!!!
    El vaig reconeixer de seguida al fons de la plaça, perqué camina igual que el seu germà (tots tres tenim el mateix gen per a caminar).

    Jo pensava que podriem anar a veure museus (creences de l'edat), però cap, ni tan sols un. Berlín volia que ens el passejarem i això ferem. Rastro, avingudes, col.legi de Gustau, pis de Gustau, pis dels amics de Gustau, ballarins dels amics de Gustau, la porta de Brandenburg, barris, metro, olors, gent, música, fred (bé, no massa). Vàrem deixar que la ciutat ens anara fent propostes a cau d'orella, o d'ull, o jo qué sé, el cas és que no paravem, menjarem bé.

    Berlín convida a passejar a seure, a veure la gent, i Gustau m'explicava els llocs que havia viscut amb els amics, i que jo ara tenia la fortuna de compartir amb ell, era molt emocionant. De cop l'enveja (totalment insana i impresentable) que jo havia sentit es transformava en tota una altra cosa, jo diria que era de plaer, però no m'ho vaig a reconeixer tan fàcilment, em faré una mica més el neguitós, i tornaré per a fer les paus amb la meua enveja.

    Junts vàrem descobrir carrerons, tendes i un concert de fados amb un tío que feia una veu que Gustau i jo pensàrem que era mongola (quin descobriment descobrir que haviem fet el mateix descobriment, fantàstic!, la catedral, la boira, els carres foscos, el metro, el tràmvia que ens recordava el de Budapest, el cambrer amb la perruca amb les seues macrohipermegapizzes (estic exagerant, però no del tot).

    Al rastro de Mauer ho passarem d'allò mès bé, feia un bon solet i la gent anava de bon rotllo, encara que la policia va fer fora als venedors de cervesses i haguerem de menjar en sec, després ens venjariem. No comprarem més que unes herbes, eh!, no de fumar. Pensarem en organtizat un viatge amb Sara i Raül i Rut i Pau, quan vindrà la primavera.

    Diuen que Berlín és una ciutat enorme, doncs a mi em va semblar molt acollidora, potser el Gustau és un excel.lent cicerone, vàren ser dos dies que passaren en una hora i mitja o dues, vull dir en un tres i no res.

    T'estime.

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  5. Jo tampoc oblidaré mai la nit d'aquell divendres!
    PAULA.

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